Logrando el equilibrio entre feminismo y antifeminismo

Como una mujer jóven, me interesaba el lenguaje de la igualdad y la justicia social y me sentí obligada a tomar una posición en el debate sobre el feminismo. “¿Cómo podría alguien apoyar la desigualdad o la injusticia?”, las feministas lo preguntarían acusatoriamente. “Defiende el lado correcto de la historia,” ellas dirían, presentando el feminismo como una posición predeterminada, un hecho consumado que yo solo necesitaba aprobar. Sin embargo, después de examinar los términos, el marco subyacente del feminismo, quedó claro que yo estaba surgiendo con más preguntas que respuestas. La falta de definiciones claras, y la inconsistencia entre la testaferro y las intelectuales actuales del movimiento me llevaron a considerar un alternativo. 

Me desvié al otro lado del debate y estaba decepcionada por la carencia de respuestas entre los reaccionarios antifeministas. La misma crítica, insuficiencia e inconsistencia prevalecieron allí también, aunque fue aún peor en el reaccionario y pseudointelectualismo. Pasando de un campo a su extremo igual y opuesto reveló que no son significativamente diferentes ni en sustancia ni en forma. De hecho, ambos movimientos funcionan en un espacio cerrado, alimentándose unos a otros dentro del mismo paradigma. Por un lado, las feministas y las luchadoras de justicia social, y por otro lado, la gente con las pastillas rojas (red pilled), los campeones falsos de tradicionalismo, el dominio masculino e incluso la ciencia. 

Los rivales en la guerra de género: son uno y los mismos 

Ambos movimientos hablan sobre las mujeres al mismo tiempo ignoran cualquier cosa que pueda contradecir o socavar sus argumentos- como si todo esto fuera un juego y no fuera directamente relevante para la mitad de la población mundial. Los daños del paradigma feminista, incluyendo los los daños inmediatos físicos, como los abortos ilimitados y la sexualidad “liberada”, a los familiares y sociales, con los caprichos individuales dominando consideraciones colectivos no sorprende que uno pueda buscar respuestas en otros lugares. No obstante, los activistas antifeministas descartan incluso las preocupaciónes mínimas sobre el tema de las mujeres, como el acceso de las mujeres a la atención médica o la educación con sus consignas pesadas como “no todos los hombres” y “feminazis” y caracterizan las preocupaciones como un intento de avergonzar a los hombres. Los activistas antifeministas etiqueta a cualquier hombre que esté de acuerdo con los críticos o que llame a otros hombres para abrazar y utilizar su virilidad en apoyo de las mujeres que enfrentan la opresión como polémica, prejuiciada y subordinada.

El mayor perdedor entre estos dos movimientos es el intelectualismo, la decencia y el equilibrio mental ya que ambos movimientos están construidos de la misma base contraproducente que no hace más que derrotar el mismo propósito contra el que están luchando: los hombres están oprimiendo a las mujeres y las mujeres están oprimiendo a los hombres, por lo tanto afirmando la suscripción de ambos movimientos a una inevitable, incluso natural, física y metafísica desigualdad de hombres y mujeres. Mientras las feministas fingen que el problema es la sociedad patriarcal que margina a las mujeres y les fuerza compromisos degradantes a favor del masculino, la pastilla roja (red pill) vigilantes mantienen una sociedad que es cada vez más brutalmente misándrica y abandona y problematiza masculinidad. Tales diatribas emocionales, exageradas y de alto volumen suponen una distopía para ambos géneros: desde el punto de vista de las feministas, el orden mundial violento de supremacistas masculinos logrando su sed de poder a través de la subyugación de un género inferior, o según los antifeministas, un mundo donde todas las mujeres son (extraordinariamente) ideólogas viciosas que impulsado por la ira y las ruinas emocionales incoherentes que son incapaces de manejar sus propios asuntos, deja los de toda la sociedad.  

El remedio de la ley sagrada 

¿Cuál es la alternativa a estos movimientos? ¿Cómo puede la ley, la moralidad y la ética islámicas emancipar a las mujeres del trabajo esclavo de la corporación y tales estructuras y de la tiranía de los miembros masculinos que en las sociedades tradicionales controlan todos los aspectos de la riqueza de una mujer? ¿Cómo puede prevenir el abuso y el acoso sexual por los hombres, un comportamiento que parece haberse amplificado hoy en día, a pesar de (o tal vez a causa de) los esfuerzos del feminismo? Como los musulmanes, debemos difundir el islam de una manera relevante que explore las sociedades diversas y cómo las sublimes creencias morales del islam pueden formar una sociedad bien ordenada.   

John Rawls (1921-2002) definió por primera vez el término “una sociedad bien ordenada” como una sociedad en la que “…todos los ciudadanos aceptan los principios de justicia y saben que los otros ciudadanos hacen lo mismo, y todos los ciudadanos reconocen que la estructura básica es justa. Todos las justificaciones filosóficas de los principios de justicia son conocidas y aceptables para todos los ciudadanos.” Como argumenta Wael Hallaq en El Estado Imposible, la sociedad islámica premoderna que funcionaba bajo el paradigma shari’i era un forma ejemplar de sociedad bien ordenada, en la que todo el mundo conocían sus derechos. No se necesitaba abogados altamente calificados que hablaran en jerga con altos honorarios para representarlos en los tribunales donde se sentirían fuera del lugar. El sistema de justicia Shari’i era simple y claro, como cualquier persona, musulmana o no musulmana, podría ir al juez directamente, ya que todos entendía el lenguaje coránico y la moralidad que respaldaba la sociedad, podría exigir su derecho. 

Las leyes de herencia ejemplifican esto. En las sociedades islámicas premodernas, las mujeres heredaban menos que los hombres en cuatro escenarios, igual que los hombres en diez escenarios y más que los hombres en catorce escenarios. La complejidad de la equidad en la Shari’i no era un marco confuso y contradictorio, sino un intrincado mosaico de derechos y responsabilidades que servía a una sociedad bien ordenada. El paradigma Shari’i armoniza entres los sexos diferentes y disuelve varios polémicas feministas y antifeministas. Este paradigma se basa en la revelación divina y ‘Urf (el conocimiento común y las tradiciones de la gente), ambos han sido destripado epistemológicamente en el mundo moderno que se define como progresivo y laico. La revelación divina no tiene una autoridad o la tradición de nuestros antepasados es decrépita, y dejándonos a los caprichos del hombre-la antítesis de una sociedad bien ordenada- y a nuestro dilema de hoy. 

Está claro, entonces, que las teorías reaccionarias no pueden resolver los problemas de hoy. Solamente operan dentro del paradigma que ha resultado en el nacimiento del feminismo, pontificando selectivamente e irracionalmente y descuidando los problemas reales que enfrentan las mujeres y los hombres. No hay un intento para reconciliar estos dos campos: solo un flujo interminable de invectivas contrarias y ningunas soluciones prácticos para mantener la dignidad de los que necesitan ayuda y de los que tienen el poder y privilegio de ofrecer alternativos. Venciendo las polémicas egoístas de todos lados que requiere más que volver a la razón y la sensibilidad. Requiere una buena fundación y el marco integral que vuelve a centrar Allah ﷻ y da cuentas de las preocupaciones individuales y colectivos, honrando y privilegiando complementariamente tanto a hombres como a mujeres. Debemos alejarnos de los discusiones intransigente hacia la construcción de una sociedad bien ordenada, donde la armonía prevalezca sobre la discordia, y nos guiamos por las palabras de nuestro creador: 

“Los hombres creyentes y las mujeres creyentes son aliados el uno al otro. Gozan de lo que es correcto y prohíben lo que es incorrecto y establece la oración y dan zakah y obedecen a Allah y su mensajero. Esos – Allah tendrá misericordia de ellos.” [9:71]


About the Author: Mariam es estudiante de farmacia y biotecnología que vive en Egipto. Sus intereses incluyen la literatura, la ética y la teoría social. Puedes seguirla en Twitter aquí.

Este artículo ha sido generosamente traducido por Madiha Ansari. Si desea ser voluntario para ayudar con traducción, comuníquese con nosotros aquí.

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