El Hiyab: ni mi cuerpo, ni mi elección

Empecé a llevar el khimar (un tipo de cubierta musulmana para la cabeza, comúnmente conocido como hiyab) cuando tenía 10 años. Fui influenciada por los amigos mayores que practicaban hiyab y yo creí que era el momento adecuado para que yo también empezara a implementarlo. Más de una década después, Dios me ha bendecido para continuar progresando en mi viaje para conformar internamente y externamente con los requisitos de hiyab. Este viaje para cubrirme y comportarme de una manera que creí que agradaría a Dios y honoraría el hecho de que mi cuerpo no es mío, sino un amanah (una confianza) de Dios, no fue y ni es fácil: una lucha que millones de mujeres musulmanes hacen eco. 

Al igual que los otros requisitos de Islam, el hiyab atravesa los altibajos naturales que todo creyente soporta. Sin embargo, parece cada vez más que esa distancia con el hiyab: ya sea rechazando abiertamente a ponérselo, llevándolo de una manera que todavía muestra los partes sustanciales de la forma de uno, o eventualmente quitándoselo después de practicarlo una vez, se expresa no solo en sentimientos de indiferencia, sino en rectitud moral. Esto se escucha particularmente de muchas personalidades musulmanas famosas que tienen enormes plataformas globales. ¿Qué impacto tiene en las muchachas musulmanas impresionables (quienes ya están hambrientas de modelos a seguir) escuchar que la razón por la que sus blogueros favoritos se quitaron sus hiyab no es porque están luchando con su fe, sino porque era importante para ellas “decir su verdad” y “vestir lo que las hace felices”? Como Daniel Schwindt escribe: “Nadie reconoce una verdad y a la vez niega la obligación- el deber- que impone. Y así de nuevo, en épocas de miedo, la verdad, debido a su carácter imperioso, es la más odiada de las cosas.” Es este temor de someterse a la responsabilidad que conlleva reconocer la verdad de Dios lo que ha llevado a muchos a “hablar su propia verdad”. ¿Por qué y cómo la verdad de uno reemplaza la verdad de Dios? ¿El hiyab ha sido apropiado por el sistema liberal desde una declaración de sumisión a Dios hasta una declaración política o de moda? ¿El hiyab deja de traer “felicidad” cuando ya no se alinea con nuestra estética.? ¿Qué felicidad falsa y material están comercializando estas personas influyentes? ¿Se dan cuenta de que ellas están mercantilizando a sí mismas, a otras mujeres musulmanas, y a los principios de propio Islam a tráves de su feeds que son cuidadosamente seleccionados?

El problema no es que estas personalidades musulmanes públicas quizás puedan tener dudas- las caídas en la fe son naturales y reconociéndolos y resolviéndolos a menudo hace que uno sea un creyente más devota que era originalmente. El problema es la retórica que adoptan para justificar sus decisiones y su absurda rechaza a reconocer que su influencia no se limita a los productos de belleza o estilos de zapatos, sino el entendimiento público del propio Islam. La influencia es un intercambio bilateral y que lo abarca todo, una realidad que ha de ser más familiar a aquellos que se autodenominan “las influencers.” Como estas Influencers influyen en sus seguidores, de la misma manera ellas también están influenciadas por los medios y las industrias de moda que ellas ocupan, que han sido durante años hostiles a las expresiones de fe, específicamente a los musulmanes, ya que el Islam se niega a ceder ante el narcisismo capitalista y sexualista que estas industrias a menudo requieren. Además, las jóvenes musulmanas impresionables que pueden no conocer otros recursos para aprender su religión, normalmente ven a tales influencers no solo como embajadoras de la moda modesta, sino también como maestras de religión. Estas personalidades frecuentemente se promocionan a sí mismas como “Las primeras xyz musulmana” y hacen alarde de su estado musulmana o muslim-ness cuando hay respaldos de la marca o la capital social que necesitan asegurar, solo para esconderse detrás de débiles excusas de “nunca afirmamos ser eruditas” cuando se les pregunta sobre cómo sus acciones desvían o confunden a sus seguidores. Ser musulmán implica inrernalizar que en todo momento somos representantes no solo del Islam, sino también de Dios mismo, ya que Él confió en nosotros nos Hizó Sus vicerregentes en la tierra. 

Las fluctuaciones en taqwa (la conciencia de Dios) o en iman (la fe) son comunes y afectan nuestro compromiso externo e interno con Dios. Por lo tanto, debemos reconocer que nuestra fe y nuestra guía no están garantizadas. Debemos protegernos proactivamente absteniéndose o siendo críticos de las industrias y los espacios que puedan ser hostiles a nuestras creencias. Incluso aquellos que poseer conocimiento y convicción fuerte en su fe y no son inmunes al encanto de las sirenas individualistas que suenan a través de sus listas de reproducción, con pistas como “(mi cuerpo, mi elección) my body, my choice,” “ (escucha a tu corazon)listen to your heart,” y “ (habla la verdad) speak the truth.” La propaganda melódica de estas sirenas es superficialmente hermosa, con canciones llenas con letras sobre la autonomía personal y la agencia que ofrecen subidones emocionales transitorias. Pero esos eslóganes y las posiciones filosóficas incrustadas en ellas están destinados a arruinarnos al alejarnos de tawhid (La unidad absoluta de Dios) hacia al taghut (la adoración de todos menos dios). Tawhid es un requisito de la fe, ya que no es solo el reconocimiento consciente de la Unicidad absoluta de Dios, sino una sumisión completa a Él. Ser un musulman significa someter las elecciones personales y los deseos fugaces a las elecciones que Dios ha hecho por nosotros y alinear nuestra voluntad con la Suya. Cada vez más vemos cómo Islam, que promete la liberación de todo menos de Dios, ha sido cooptado en el sistema liberal para la liberación de todo incluyendo a Dios y sus mandamientos. 

La religión se ha convertido en una celebración no de mandamientos, sino de elección, con lecturas personales de las escrituras e interpretaciones individuales de la fe que ha reemplazado lo que los profetas y los herederos de los profetas, los ‘ulama (eruditos), nos han transmitido. El liberalismo y el secularismo posteriores a la ilustración han tomado la elección como un Dios falso. Nos han divorciado de la teleología (una orientación comprometida hacia una Realidad Última o un propósito mayor) y nos han regalado un egoísmo que centra al hombre y sus elecciones, deseos y “verdades.” Debemos resistir la ilusión de liberación que promociona este “regalo”, ya que nos desconecta de nuestro Creador, y nos esclaviza a este mundo materialista y capitalista. Muchos musulamanes invocan el verso Coránico que establece que “no hay compulsión en la religión” (2:256) como una justificación para elegir qué preceptos islámicos honrar y cuáles abandonar. Esta lectura completamente errónea del texto es peligrosa ya que crea una libertad de conciencia que permite a las personas construir su propia religión y adapta sus acciones no a la autoridad Divina, sino a sus propios caprichos. También ignora el resto del versículo, que dice, “El camino correcto se ha despejado del mal. Por lo tanto, cualquier persona que no cree en Taghut y cree en Allah se ha agarrado al asidero más confiable sin una rotura en ello. 

Las influencers y el hiyab son solo una parte de una conversación más amplia acerca de cómo el orden mundial liberal está reestructurando la forma en que vemos los principios islámicos, nosotros mismos, y Dios mismo, todo mientras muchos musulamanes siguen enredados en debates juveniles o en gritos obsoletos de guerra de “solo Dios puede juzgarme”. Debemos aceptar con urgencia la amenaza que el liberalismo, el secularismo y el materialismo plantean para nuestra civilización, ya que el crisis de fe inculcadas por estos “ismos” se han convertido en una pandemia en nuestras comunidades, lo que lleva a muchos a abandonar las obligaciones y la fe islámica por completo. También debemos resistir el trabajo insidioso que están haciendo para convencnernos de que la conformidad y la representación en el statu quo son intrínsecamente buenas metas morales. Demasiadas personalidades musulmanas comercializan un estilo de vida que no tiene una marcada diferencia con sus contrapartes que no son musulmanes, con su visión del éxito centrada en las posesiones materiales y con la priorización de sus propias necesidades y deseos sobre todo lo demás, incluido Dios. Debemos seguir el modelo profético de ayudar a tales individuos con empatía, no con el ostracismo. Nuestras comunidades deben internalizar la gravedad de lo que el Tawhid requiere de nosotros y someterse a la realidad de que nuestros cuerpos solo son recipientes de Su adoración. Ahí es donde radica la verdadera felicidad y liberación. 

Ni mi cuerpo, ni mi elección. 

Descargo de responsabilidad: Este no sugiere que aquellas que no practican el hiyab o aquellas que antes practicaban y ya han dejado de practicarlo han dejado a Dios. No hago tales afirmaciones y no tengo ningún deseo de comentar sobre su compromiso con Dios. Rezo que las influencers sean recompensadas por todo lo bueno que han facilitado en motivar a las muchachas a comenzar a usar hiyab y hacerlo culturalmente relevante para nuestra generación. Que Él nos guíe a ellas y a mí y nos acerque a todas a Su sabiduría infinita y misericordia.


Sobre el autor: Eeman Abbasi estudió Fisiología y Neurobiología y Derechos Humanos, y trabaja en desarrollo internacional. Sus intereses incluyen la jurisprudencia Hanafi, la defensa de los refugiados, la salud y los derechos humanos y la industria alimentaria.

Este artículo ha sido generosamente traducido por Madiha Ansari. Si desea ser voluntario para ayudar con traducción, comuníquese con nosotros aquí.

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