Los horóscopos, la manifestación y la religión secular

Antes de que el reloj diera las doce y nos despediéramos del año 2019, mucha gente comenzó a “manifestar” riqueza, éxito, y viaje para el año 2020. Dejando la ironía de lo que sobrevino después, ha habido un énfasis creciente en el poder que cada individuo tiene para dar forma a su propio futuro. Si bien uno podría bromear diciendo que la manifestación es solo “dua” disfrazada, o que “las energías” son almas con un nombre diferente, pero comprender el revestimiento semántico lo deja claro que el primero está sumergido en una cosmovisión bastante separada de la perspectiva islámica.

Aunque nadie llamaría al interés por horóscopos como “una religión”, especialmente si tomamos sólo un aspecto de ello que se enfoca en la personalidad, una fuerte convicción sobre cartas natales las califica al menos como un sistema de creencias. El hinduismo incluso ya ha codificado las cartas natales como parte de su credo religioso. Aunque la mayoría de la gente ha decidido pasar por alto la parte final de los horóscopos de “predicción del futuro”, pero esa parte ha sido reemplazada por “la manifestación” para compensar su ausencia. Aunque en una forma muy diferente, no es menos caprichoso. El lado aparentemente ‘inocente’ de la cultura del horóscopo que trata con los rasgos de carácter también debe ser visto críticamente.

La manifestación desatiende la voluntad de Dios y reduce el espíritu humano a “energías” nos demuestra lo suficiente sobre el grado en que podemos reconciliar estos conceptos. Algunos musulmanes han tratado de cooptar la esencia de la manifestación por añadir “in sha Allah” a sus autoafirmaciones. Se argumenta que, al adoptar esta práctica oral, el recuerdo de Allah como el último portador del destino es simplemente destacado con una fuente adicional de motivación. Dicho de otra manera, “llamando las cosas a la existencia” es una virtud que puede ser plasmado con la ayuda de Dios. El asunto aquí es que Dios se vuelve secundario. 

Espiritualidad de la Nueva Era 

Wouter J. Hanegraaff escribe en “New Age Spiritualities as Secular Religion: A Historian’s Perspective”, “…aun cuando las espiritualidades habían tradicionalmente incrustadas en el simbolismo colectivo de una religión existente, las espiritualidades de la Nueva Era son manifestaciones de un simbolismo radicalmente privado incrustadas directamente en la cultura secular.” [1] El problema del laicismo no es solo que aleja a la sociedad de un corpus religioso-los sujetos del movimiento tratan de convencerse que no es una religión propia. Por lo tanto, la capa religiosa de una civilización no se corta con mucho cuidado sino que se reemplaza. En el mundo moderno, cada individuo es un Dios. El individuo gira en torno a sí mismo, afirmando a la vez “conectarse con el universo” con meditación piadosa. 

Con el auge en la cultura de horóscopo, los espiritistas de la Nueva Era confían en la astrología como si no fuera, en realidad, una apropiación de la espiritualidad religiosa regurgitada en nuevos textos. Esta contradicción revela un agujero enorme en la religión secular, que busca encontrar religión en poder superior, pero se niega a identificar cuál es ese poder superior. Esta nueva religión, como describe Durkheim en 1995, consiste de estados interiores y subjetivos, interpretados libremente por cada persona que hace su juramento de fidelidad delante de un espejo. Este “poder superior” es lo que su corazón quiera. Tal vez la gente sobrestima su capacidad de abandonar el concepto de religión completamente. Mientras que parece fácil alejarse de las teologías que habían establecidas hace siglos, es un asunto diferente de renunciar a la religión como base de la perspectiva humana en su conjunto. Esto habla de nuestra Fitra o naturaleza innata. 

La hipótesis de Durkheim se ha convertido en un hecho de la época contemporánea. Hanegraaff define religión de la Nueva Era “como una forma de “esoterismo secularizado”: que ha arraigado en supuestas tradiciones esotéricas que pueden ser rastreados a los principios del Renacimiento, pero se sometió un minucioso proceso de secularización durante el siglo XIX”. [1] Hubo mucha investigación y escrutinio filosófico de la religión. Este proceso lento pero constante  de devaluación, que se estableció a partir de una falsa antítesis (la religión y la ciencia como enemigos jurados) se puede dividir en etapas. Hanegraaff utiliza su análisis histórico para nombrar períodos determinados, “El nuevo fenómeno de un esoterismo secularizado se conoce mejor como “ocultismo”; se había llegado a su pleno desarrollo a los principios del siglo XX, y fue adaptado por el movimiento de la Nueva Era a medida que emergió durante la década 1970s.” [1] La “necesidad” de reemplazar cristianidad en occidente con este cosmos secular puede no ser  solo un resultado de una semilla plantada durante la Ilustración, sino la evolución continua del cristianismo mismo.  

Hanegraaff propone que,

Las doctrinas y teologías cristianas se han sometido a enormes cambios y transformaciones […] de hecho, la disputa de los teólogos normalmente produce discordia y discontinuidad en lugar de mantener certitud y proteger la cohesión del cristianismo como una religión.

Lambert estableció un estudio que complementa a esta afirmación, empleando los datos de los encuestos de religiosidad en Inglaterra. “Él identifica tres tendencias: la evidencia de ‘renovación cristiana interna’, pero con una tasa decreciente de feligreses; un cambio establecido de creer sin pertenecer, aunque expresado principalmente mediante creencias que ‘se alinean menos con cristianismo’, e incluso un número creciente de jóvenes quienes nunca han pertenecido a una religión cristiana en sus vidas.”[3] No es de extrañar que haya un atracción creciente hacia la espiritualidad en esta parte del mundo. 

La cultura de horóscopa

Bob Franklin escribe en Pulling Newspapers Apart: Analysing Print Journalism, “Entre el 25 y el 70 por ciento de la población adulta de los países occidentalizados lee las columnas de horóscopos.” Una parte bastante normalizada de la vida occidental, “se considera la columna horoscópica como una característica importante de la mayoría de los medios modernos dirigido a una audiencia masiva.”

En la década de 1970, cuando el movimiento de la Nueva Era entró en escena y tomó fuerza, las revistas comenzaron a priorizar las maneras innovadoras de incluir horóscopos. Esto siguió junto con una forma de tecnología más avanzada, así que cuando se hizo posible ejecutar cintas de voz pregrabados en 1988, se transmitieron lecturas diarias, semanales, mensuales de horóscopos.  Promocionar a astrólogos de la misma manera que se promocionaban a los famosos produjo muchas ganancias. Hasta aquí, no se puede ignorar la aventura capitalista de la Nueva Era. Simplemente  proporcionando horóscopos diarios al Daily Mail, Jonathan Cainer gana millones de dinero cada año. 

Aunque se ve como sobreducativo de los musulmanes de twitter para recordar a la gente que ser interesado y invertido en la teoría de los horóscopos  lleva uno inquietamente cerca del shirk y que eso no necesita tomar en cuenta la perspectiva religiosa para darse cuenta de que las descripciones de los horóscopos son muchas veces son tan generalizadas que la mayoría de la gente puede reconocerlas como verdaderos independientemente de su alineación con las estrellas y la luna. Según Franklin, “solo el Marxist-Freudian, Theodor Adorno se propuso establecer una crítica integral de las columnas del horóscopo en la década de 1950.” [2] Adorno decidió que la columna de horóscopos muestra que los individuos dispuestos a ceder la autoridad sobre su vida propia en las manos de un poder superior. Según él, estas personas luego pasarían a menospreciar a la gente que  no lo hace lo mismo- aparentemente la fórmula perfecta de apoyar a los fascistas. La lógica es que están inclinadas a reproducir la misma jerarquía de poder en que ellos basan su espiritualidad. El problema no es la sumisión a un poder superior porque sabemos que es un principio básico del Islam pero empleando los horóscopos como una punta de partida para implementar esta epistemología es problemático.  

La secularización de esta espiritualidad sigue siendo un fenómeno raro y los horóscopos son solo una faceta de su apariencia. Un estudio realizado por Glendinning y Bruce que usó la muestra  de los hombres y mujeres encontró que la mayoría de la gente que se identifica como ‘espiritual’ pero no religioso o dijo que “hay algún tipo de espíritu o fuerza vital”, ciertamente ambiguo, se dedicó a las prácticas alternativas como horóscopos. Más que eso, “ los encuestados que antes participaron pero ahora han rechazado la religión organizada por completo tienen casi tres veces más probabilidades que los feligreses semanales de haberse dedicado y considerado las prácticas asociadas con la adivinación como importantes en sus vidas.”

A pesar de que  la religión secular es de forma bastante libre que sigue un rumbo indefinido de placeres fugaces, todavía tiene un patrón general. Es decir, la religión secular no existe en el vacío. Aun cuando Franklin acepta y admite que, “La astrología tiene un gran atracción y es inverosímil sugerir, como su criticos lo hacen que es, o debería ser considerado como un entretenimiento de los masas, a pesar de que la columna de los horóscopos aparecer junto a los chistes y caricaturas.”[2] Mientras mucha gente ve estas columnas como una lectura sin sentido, pero su lugar en la cultura va más allá de la teoría editorial. 

Uno puede remontarse la práctica de la veneración del sol a los griegos antiguos y el concepto egipto de “el sol espiritual central” que ocupa la mismo espacio como el sol físico pero actuó como una lente para transmitir la luz divina del Dios dentro del universo visible.”[2] Aquí es donde todo cierra el círculo: la espiritualidad de la Nueva Era se caracteriza por una resurrección de las creencias paganas y el rechazo posmoderno de una verdad singular. La religión estaba a la par con la astrología y todavía, el agotamiento del pensamiento religioso llevó a las palabras que son lamentablementes influyentes de Dane Rudhyar, el sucesor estadounidense del astrólogo inglés Alan Leo:

Hay un cumpleaños nuevo para los Dioses antiguos hoy. Nuevos hombres piden nuevos símbolos. Su clamor se eleva, más allá de sus intelectos lógicos avergonzados de anhelos místicos, por nuevos dioses para adorar y usarlos para integrar su desgarradora confusión mental y para estabilizar sus almas desarraigadas. Dioses jóvenes, frescos radiantes con la luz del sol de un nuevo amanecer glorificados con “la luz dorada” de un nuevo Sol de Poder, extasiados con potencialidades vírgenes  tras el destierro de pesadillas antiguas. [2]

Un alma occidental despojada todavía prevalece. Y podemos ver por las exclamaciones de Leo que le han dado una medicación equivocada. La caja de oxímoron que es la religión secular está abierta de par en par. Mientras que el consumidor común de horóscopos no es consciente de las complejidades del antiguo pensamiento griego/egipcio basado en la palabra citado “el sol espiritual central”, y la suscripción a su derivado moderno y comercializado es tan fuerte que se ofende si se critica o se reprender el interés en horóscopos. 

¿Nueva moda o fe?: Manifestación

La manifestación no es un negocio de galletas de la fortuna. Dicho en otras palabras, ni se trata de predecir el futuro ni hacer presunciones sobre su personalidad como hacen los horóscopos. Para muchos, los horóscopos son tan inofensivos como el yoga. Para hacer una comparación, ambos tienen por objeto centrar y despejar la mente, dar una oportunidad de generar confianza en uno mismo y prometer que los otros aspectos de la vida se resolverán con la actitud correcta. A diferencia del yoga que se aferra a estados emocionales generales como la paz o la gratitud, la manifestación es sobre la capacidad espiritual de invocar cosas específicas a su vida. Esta distinción está destacada en un estudio por Glendinning y Bruce: “Las prácticas alternativas representando el bienestar”, y “las prácticas preocupado por la revelación de las cosas ocultas y un deseo de saber más sobre el futuro.”[3]

Si bien los musulmanes han tratado de encontrar formas de engranar el arte de la manifestación con el Islam, la manifestación como un “contexto holístico” secular nunca tuvo la intención de incluir el Dios. Precisamente debe su agradecimiento al “manifestador mortal” si se logró un resultado deseado. Incluso asociar Allah con el universo sería una forma inapropiada de dirigirse. Allah dice en Al-A’raf: 

¿Le asocian con Él a los que no crean nada y son [ellos mismo] creados? [7:191]

Pero eso no significa que aquellos que creen en el éxito mediante el poder del refuerzo positivo y el autoestímulo estén deliberadamente participando con un estado de ánimo dañino. Esforzarse uno mismo en dar pasos necesarios para conseguir algo es completamente normal, y más que eso es algo bueno. La insistencia de la palabra ‘manifestación’, sin embargo, y aceptando plenamente lo que significa, alinea mucho con la espiritualidad del Nueva Era, así que debe de valer la pena revisar el lenguaje que decidimos usar. Manifestación compromete nuestro entendimiento del destino. No importa cuánto nos ‘manifestemos’, si algo no está destinado a nosotros, entonces nunca llegaría a ser. De hecho, no manifestamos nada. Es Allah Aquel que manifiesta todo. 

Lisa Love ‘s Beyond the Secret: Spiritual Power and the Law of Attraction[5] perfila los pasos sobre cómo debemos manifestarnos. Ella afirma que todo lo que ha conseguido en su vida- su casa, su matrimonio, sus hijos y más, fueron el resultado de su manifestación. El primer paso en su guía es “inclinarse hacia el Espíritu”. Escribe, “Antes de que comience a desear algo, invita al Espíritu en el proceso.” Ella nunca define lo que este Espíritu es (con E mayúscula). Atribuir todo lo que hemos logrado en nuestra vida a nuestra propia capacidad de generar nuestras energías adecuadas a la vez ignorando deliberadamente el qadr o la voluntad divina. El uso de la manifestación y la suplicación islámica (dua) indistintamente muestra una comprensión errónea y superficial de lo que es la manifestación en su esencia. El profeta Muhammad ﷺ no descubrió la manifestación cuando rezó istikhara, sino él nos demostró cómo Allah puede responder a nuestras llamadas si los considera oportuno, mediante la adoración y súplica sinceras. 

La ley de la atracción es un principio fuerte del Islam. A través de la práctica de las vibraciones del pensamiento por  William Walker Atkinson, pensamientos de amor atraería el amor de los demás en su vida junto con las circunstancias y el entorno conforme a ese pensamiento.[4] Lo mismo pasaría con los casos de rabia, odio, envidia, malicia y celos. Cuánto más piensa en una determinada emoción, tanto más usted se convierte en un centro de atracción de esa emoción o ese estado de ánimo. 

Puede haber un paralelo establecido desde nuestro propio ethos pero es mejor que derivemos nuestra enseñanza directamente al Islam. Uno debe confiar en Allah cuando supliquemos y pensar positivamente en Él. Un Hadiz narrado por al-Tirmidhi y al-Hakim de Abu Hurairah y autenticado por al-Albani  en Sahih-al-Jami: 

Haga una dua a Dios en un estado en el que esté seguro de que su Dua será respondida y sepa que el Dios no responde a una Dua que se origina de un corazón negligente y desatento.

Hay un otro que dice:

Allah, que sea exaltado dice: ‘yo soy tal y como mi esclavo cree que soy.’ [Narrado por el Bukhari, 7405; Muslim, 4675]

Estos avisos para nosotros están intrínsecamente ligados a nuestra experiencia de la oración y de la percepción de Allah, en lugar de una vaga noción de transmitir energías al universo que luego serán circulada por la madre naturaleza. Además, una vez nos alejamos de nuestros deseos de este mundo material, la manifestación se vuelve a parecer mucho más cuestionable. Hay una razón por lo que uno no hablaría de ‘manifestar’ su lugar en jannah (Paraíso) – habla de reemplazar el propio poder para causar un efecto. 

Aunque aquellos que crecieron en hogares no religiosos tienden a expresar poca simpatía por las creencias no materialistas, la emergencia de los términos como la manifestación al menos demuestra que para mucha gente algo más allá y por encima de sí mismas es una fuente de consuelo. La existencia de un poder superior es una conclusión hacia la que muchos se sienten atraídos, pero lo que ellos llaman difiere de la verdad. La uniformidad en las creencias del horóscopo y la manifestación representa un nuevo especie de colectivismo, esta vez engendrado del individualismo.   

Works Cited:

[1] Hanegraaff, W. J. (1999). New Age Spiritualities as Secular Religion: a Historian’s Perspective. Social Compass, 46(2), 145–160.
[2] https://amzn.to/3jEGnL6
[3] Glendinning, T. and Bruce, S. (2006), New ways of believing or belonging: is religion giving way to spirituality? The British Journal of Sociology, 57: 399-414
[4] Atkinson, William Walker. Thought Vibration: Or, The Law of Attraction in the Thought World. Library Shelf, 1906.[5] Love, Lisa. Beyond the Secret: Spiritual Power and the Law of Attraction. Hampton Roads Publishing, 2011.
[6] Juneja, Almasara Mustufabhai, and Dr. Krishna D. Daiya. “A study of elements of law of attraction embodied in ‘The Prophet’ by Khalil Gibran &.” (2020).

Photo by Farzad Mohsenvand


About the Author: Sabrina Amrane is a journalism and political sciences student. Her interests include Maghribi history, literature, and philosophy. You can follow her on Twitter here.

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